Tras el parto de su primer hijo decidió luchar porque los hombres pudieran vivir todo el proceso y no ser meros espectadores
En el año 2007 se incluyó el masculino de comadrona en el diccionario de la Real Academia Española, pero se olvidaron de cambiar la definición que se ha referido a un oficio femenino hasta el 2014. Xavier Espada es uno de esos hombres que con su empeño cambió el diccionario y con él la posibilidad de que los hombres participen abiertamente en la gestación y parto de sus hijos, se presenta así: “Tengo 44 años. Estoy casado con una maravillosa mujer y soy padre de dos hijos. Soy matrón, y estoy convencido que tengo la profesión más bonita del mundo”.
En el 1997 se diplomó en Enfermería y obtuvo el posgrado en Curas Intensivas y Emergencias Extrahospitalarias mientras seguía trabajando en el turno de noche del hospital de Granollers. “Me iba
la marcha, trabajaba en la UCI, urgencias y SEM”. Cuatro años después, el difícil parto de su primer hijo, una cesárea emergente con riesgo vital para la madre y el recién nacido, cambió sus
prioridades y su futuro profesional: “El embarazo fue una etapa muy bonita, llena de emotividad, que ambos compartimos intensamente. Sin embargo cuando surgieron las complicaciones durante el
parto fui apartado bruscamente. Profesionalmente se actuó de forma impecable pero no humanamente. Pasé horas en aquella sala de espera hasta que fui informado de que ambos estaban bien. Salí a la
calle, me senté en un banco frente al hospital donde en un edificio se encontraba mi mujer y en el edificio contiguo mi hijo, y lloré, lloré desconsoladamente como nunca he llorado. Había estado
a punto de perderlos, y me había sentido muy solo. Vi claramente que nadie tenía en cuenta que el padre también forma parte del embarazo y el parto de su pareja, que también vivimos el proceso
desde nuestra perspectiva de género, y sufrimos, padecemos, nos alegramos y emocionamos”.
Su infancia transcurrió a escasos metros del hospital de Granollers. El sonido de las ambulancias era constante, quizá por ello siempre quiso ser médico. Para poder empezar a trabajar en el hospital compaginó los estudios de BUP con Auxiliar de Clínica, y a los 18 años ya ejercía de camillero. “Trabajaba todas las horas imaginables, y pronto me di cuenta que lo que realmente me gustaba era el contacto continuado y próximo con los pacientes, que mi profesión no se llamaba medicina, sino enfermería”.
Fue así como decidió contribuir a que el hombre se involucre plenamente en el embarazo y el parto: “Que no se quede esperando en una sala de espera como si esto no fuera con él, que pueda expresar sus miedos, sus emociones y que pueda trabajar el apego con sus hijos desde el inicio del embarazo”. Se presentó junto a 15.000 enfermeras a las oposiciones para obtener una de las 270 plazas para hacer la residencia y obtener la especialidad de matrona que se ofertaban en toda España. Aprobó y en el 2006 se tituló: “No es fácil ser matrón en una sociedad donde las matronas siempre han sido mujeres, pero creo que es enriquecedor y necesario poder ofrecer una visión diferente de la profesión condicionada por mi género. A menudo tengo la sensación de que nado a contracorriente. Todavía hay mentalidades sexistas tanto por parte de mujeres como de hombres”.
Espada acompaña a las parejas desde los primeros meses de embarazo, convencido de que la crianza de los hijos depende en gran medida de cómo lo han vivido como pareja desde el inicio del embarazo, y por tanto hay que darles herramientas y conocimiento. Explica que durante el embarazo, el hombre experimenta un aumento de prolactina y estrógenos a la par que disminuye su testosterona, sobre todo durante el primer y tercer trimestre. De dichos cambios hormonales depende el vínculo que crea con su hijo al nacer. Cuanto mayor aumento de prolactina y estrógenos, mayor vinculación en el proceso de embarazo y parto, y mayor vínculo con sus hijos. Y cuanta mayor voluntad y predisposición del hombre a formar parte del proceso de embarazo, mayor es la secreción hormonal que le ayudará a conseguirlo.
“Hay que romper mitos y creencias del papel que debe ocupar el padre durante el embarazo y el parto. Hay que darles herramientas para poder expresar sus sentimientos y sensibilidad. Por suerte el hombre se está involucrando cada vez más en el embarazo, el parto y la crianza de los hijos. Estamos despojándonos de los estereotipos de masculinidad y nuestra sensibilidad puede aflorar con más facilidad”.
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